8.1.08

GUION ORIGINAL - SECS. 20 A 29

20 + INT. DÍA – LOLITA’S CLUB. BAR.

Música a todo volumen. Simón aparta unas cortinas y entra en el bar.

Una joven cubana, Bárbara, baila sola con un ritmo muy sensual, los ojos cerrados y la expresión soñadora. Sostiene un vaso de agua en una mano, le echa una pastilla efervescente, mientras sigue bailando, y el agua empieza a burbujear.

El local luce una decoración tropical de trazo ingenuo y colorista, luces mórbidas, larga barra con taburetes altos y una pequeña pista de baile. Algunas mesas se hallan en zona de penumbra y, al fondo, mas allá de la puerta de los servicios y de otra puerta vidriera que da al interior, hay una escalera de caracol que conduce al piso superior.

La barra es atendida por Carmen, una gorda risueña, 50 años, rasgos hombrunos y mirada incisiva, asistida a ratos por su hermano Simón, barman de rostro impenetrable y lenta
gestualidad, que se ocupa, cuando no atiende el guardarropa, en fregar vasos en un extremo del mostrador, aunque claramente interesado en cuanto sucede.

Debido a la hora no hay muchos clientes. Uno – joven y de buen aspecto, representante de todas las características de la moda, especialmente en lo referente al peinado - que está sentado a la barra y juega a los dados con Jennifer y Djasmina, una a cada lado. Carmen esta preparándoles unos vasos.
Jennifer es española y Djasmina es marroquí, ambas muy jóvenes. Se puede dudar, dado su aspecto, que puedan haber cumplido la edad preceptiva de 18 años.

El cliente rodea con su brazo la cintura de Djasmina y de vez en cuando le soba las nalgas. Ella da un respingo y se ríe.

Jennifer está inquieta. Tamborilea con los dedos en la madera del mostrador y – cuando Carmen les trae las bebidas – empuña el vaso con evidente malhumor y bebe su contenido como si quisiera aturdirse.

El cliente parece haber perdido interés en los dados. Ni siquiera ha tocado el vaso que acaba de servirle Carmen. Ahora abraza a Djasmina poniendo las manos en sus pechos, al tiempo que susurra en su oído algo del tipo “A mi me gustan las barcas con las velas muy grandes”. Djasmina se ríe y apenas susurra una palabra: “Vamos…”

Baja del taburete. El cliente demora todavía unos instantes para echar un trago de su vaso. La brevedad de ese instante es aprovechada por Jennifer para arrojar a la cara de Djasmina el contenido de uno de los vasos.

Djasmina da un respingo y huye hacia la escalera de caracol. Empieza a subirla, pero a la mitad cae de rodillas y no puede reprimir su llanto. El cliente, tras hacer un simple gesto de advertencia a Jennifer, se dirige a Djasmina y trata de consolarla. Al poco, ascienden los dos por la escalera, sin duda camino de una habitación.

Los ojos de Jennifer echan chispas.

Simón no es ajeno a lo sucedido. Se acerca a Jennifer para reconvenirla, pero ella se adelanta con un gesto de su mano, como si quisiera evitar la proximidad de Simón.


JENNIFER
Ese putón de la plaza Jeema quiere pegarle el sida a mi cliente.

Simón traza una contundente negativa con su mano delante de la cara de Jennifer:

SIMÓN
Aquí las putas se comportan con corrección. Un cliente se va con quien quiere. ¿Entendido? Y para empezar: el sida no existe.

Un camionero sale del servicio abrochándose la bragueta.
Se sienta en la barra y de inmediato acude a su lado otra chica salida de las sombras del local. Es Nancy, también muy joven, colombiana.

NANCY
Hola, papito… Me llamo Nancy y he venido de Colombia para alegrarte el corazón.

CAMIONERO
¿El corazón, bonita?

NANCY
Bueno…, eso por el momento…

Se le arrima de forma descarada, pero él parece más interesado en el baile solitario de Bárbara.

Alina y Rebeca están sentadas a una mesa, con actitud displicente, habituadas al tedio de la espera. Rebeca se quita un zapato y masajea su pie mientras escucha las palabras de Alina, quien a su vez, está arreglándose las uñas con una lima.

ALINA
Mira, niña, no te fíes… Mira lo que te digo: ese hombre te hará daño. ¿Sabes lo que dice de ti?

REBECA
¿Qué dice?

Alina hace una cruz sobre su boca, queriendo significar que no será ella la que repita lo que ha oído.

Rebeca la agarra por una muñeca:

REBECA
Dilo o te parto la boca.

Alina parece complacida en poder decir lo que sabe:

ALINA
Dice que chillas como un cochinillo degollado…, que no te corres, que lo mismo te da él que un guardia urbano.

Por toda respuesta, Rebeca cierra los ojos y comienza a emitir unos fingidos gemidos de placer. Se interrumpe:

REBECA
A qué lo hago mejor que tú…

Se levanta dirigiéndose a la barra donde acaba de aparecer un nuevo cliente.

Viniendo del fondo, donde previsiblemente se encuentra la cocina, aparece Valentín enarbolando en alto una pizza.

VALENTIN
iTa-ta-chiiiiinnn!

Alina pilla al pasar un trozo de pizza de la bandeja y Ie pega un mordisco, y Valentín sigue su camino hacia el extremo de la barra, pasa detrás y deposita la bandeja junto a Carmen, que esta repasando cuentas en una libreta.

Valentín habla con cierta lentitud y su tono es monótono, sin el menor énfasis, pero con un deje característico.


VALENTIN
De queso, alcachofas y cham-cham-champiñones...

CARMEN (coge una porción de pizza)
Seguro que esta buenísima, cariño (la prueba)
¿Que hace Milena, sigue acostada?

VALENTIN (por la pizza, triste)
Tiene cis-cis-cistitis... y ganas de llorar. Nancy Ie ha pintado las uñas como a ella Ie gusta, color cielo caribeño. Pero no se anima...

CARMEN
Que se tome otra pastillita y que baje.


VALENTIN (habla como en sueños)
Es que las uñas tardan en secarse. ¡El azul del Caribe es un color tan, tan... encendido!

CARMEN
¿No deberías irte a casita, corazón?

Valentín consulta su propio reloj de pulsera.

VALENTÍN
Sólo son las siete y me-media.

Y se dirige a la escalera de caracol, pero...
Rebeca ha comprendido que no tiene nada que hacer con el nuevo cliente y se aparta. Apoya las nalgas en el canto de la mesa y se quita el cinturón para examinar la hebilla. Al pasar Valentín lo enlaza haciendo uso de su cinturón, reteniéndole.

REBECA (riéndose)
Valentín, cariño, cuéntanos como enamoraste a Milena...

La propuesta suscita el interés de las otras chicas, que acuden haciendo corro.

BARBARA
Fue por el insomnio de la Milena. A que sí… No duerme si no la acunan.
Rebeca toma la cara de Valentín entre sus manos y le besa brevemente en la boca. Añade:

REBECA
¿Eso es verdad, mi amor?

Nancy dispara los dedos de una mano, como si se tratase de un hisopo.

NANCY
Con polvos blancos.

Risas.

BÁRBARA
Gandulitis.

Rebeca sigue aprisionando a Valentín con su cinturón, obligándole a tener la cara muy cerca de la suya. Dice en tono de súplica:

VALENTÍN
Re-Re-Rebequita…

Pero a continuación grita con todas sus fuerzas, a la propia cara de Rebeca:

VALENTÍN
¡¡ Carmen !!

La llamada de socorro es inmediatamente atendida por Carmen desde detrás de la barra:

CARMEN
¡Rebeca, por favor!

El grupo de chicas se disuelve inmediatamente. Rebeca libera a Valentín, quien inmediatamente se dirige a la escalera de caracol y sube por ella.
Carmen todavía insiste en su reconvención:

CARMEN
¿Cuántas veces os tengo que decir que Valentín no es un juguete, que tiene dentro un ser humano?

Desde la distancia responde Rebeca:

REBECA
¡Pero si todas lo queremos!

Se gira hacia las otras chicas. Añade:

REBECA
¿O no?

Algunas de las chicas asienten, o simplemente cabecean asintiendo.

Bárbara se acerca a Nancy mostrándole sus manos con uñas donde la laca se ha descascarillado.

BÁRBARA
Nancy, esta laca multirreflejos que te regaló tu novio es una mierda…

Nancy, a su vez, muestra sus manos, con las uñas correctamente lacadas.

NANCY
A mi me duran diez días.

BÁRBARA
Se cae toda cuando me lavo…, de veras.

NANCY
Será que te lavas mucho la chocha y la tienes ácida.



21 + INT. DÍA – LOLITA’S CLUB. HABITACIÓN RESIDENCIAL.

La puerta se abre y entra Valentín. Se inclina sobre el cuerpo de Milena, quien ahora si parece estar durmiendo, y le susurra al oído:

VALENTIN
Milena, despierta.... Tranquila, que Valentín vi-vigila... Venga, has dormido mucho, te-te he visto... La jefa se va a en-en-fadar. Son casi las ocho.

Milena le mira haciendo un esfuerzo por tomar conciencia, pero de nuevo cierra los ojos y pugna por cubrir su cara con la sábana.

VALENTIN
Le he dicho a la jefa que tienes cis-cistitis otra vez.

MILENA (voz confusa, aunque cariñosa)
Tan lindo…, gracias. Bueno, déjame solo un ratico. Ya bajo.

Parece hacer un tremendo esfuerzo para extraer un sobre de debajo de la almohada. Introduce en él tres billetes de cien euros.

MILENA
¿Puedes mandarla ahorita mismo? Porfa, mi amor, la oficina de western está abierta hasta muy tarde.

Como si se tratase de un ritual, Valentín coge la carta y la acerca mucho a sus ojos de miope. Lee el nombre del destinatario en voz baja:

VALENTÍN
Felisa Chávez, Calle 3, número 5-35, Dos Quebradas, Risaralda (Colombia)
¿Tú también te llamas Felisa de verdad?

MILENA
Como mi madre…, y como mi niña.

No puede evitar una mirada al retrato de la mesilla.


MILENA
Anda… No te vayan a cerrar…

Valentín se dirige a la salida haciendo una suerte de saludo militar:

VALENTIN
Positivo.



22 + INT. DÍA – LOLITA’S CLUB. BAR.

El ambiente ha subido en animación.

Al igual que las demás chicas del club, Bárbara viste ropas provocativas. Pero ahora no parece que pretenda llamar la atención de nadie. Baila para si misma, para adentro, ajena a su entorno. Y es precisamente su manera tan espontánea de aislarse y de ensimismarse, de ponerse a soñar mecida por la música, lo que atrae la atención no solo del camionero, sino también de sus compañeras: baila convocando para si misma el olvido de todo, del sitio en que se halla, de lo que ellas son y representan y de quienes la están mirando.

Una de las chicas comienza a marcar con palmas el compás de la música e inmediatamente después el resto de chicas se unen a esas palmas, formando al mismo tiempo un círculo alrededor de Bárbara.

Entra Raúl.

A pesar de su inmersión en la música, algo han notado las chicas que están de cara a la puerta, pues cuchichean entre ellas y acaban, de manera progresiva, por desistir en sus aplausos.

Bárbara ha dejado de bailar. Las otras chicas acuden a la atención debida de los clientes.

Raúl, acodado en la barra, observa minuciosamente a esas chicas con vestidos livianos, dedicadas a la más elemental de las provocaciones.

La escalera de caracol es un elemento decorativo importante para el desarrollo narrativo de la película. Siempre que esté de fondo se constituirá en un lugar de paso y por ahí van a pasar las cosas más sospechosas y clandestinas del lugar: niñas y niños de apenas once o doce años conducidos de la mano por adultos. Son apenas sombras que nos inducen a sospechar lo que sucede en la parte alta del puticlub.

Carmen se acerca y pregunta:

CARMEN
¿Qué va a tomar?

Raúl responde con una pregunta, inquisitivo y tajante:

RAUL
¿Quien lleva este negocio? ¿Tú?

CARMEN
Soy la encargada... ¿Qué desea?


RAUL
Baja la música.

Carmen parece dudarlo un momento, pero claudica ante el tono autoritario de Raúl, así que manipula en el amplificador a su espalda. Acostumbrada a los conflictos con los clientes, quiere quitar hierro al asunto. Sin duda huele que hay un policía en Raúl, y lo comenta con la boca pequeña con Simón, quien, precaucionalmente, cambia de lugar un bate oculto bajo el mostrador.

Pone un vaso delante de Raúl y vierte en él el contenido de una botella de whisky.

CARMEN
La casa invita.

Raúl derriba el vaso de un manotazo. La atención de los asistentes se centra ahora en lo que pasa en la barra.

RAÚL
¿Dónde esta Valentín?

Interviene Nancy, quien desde hace un rato no puede apartar los ojos del rostro de Raúl, como fascinada. Lo hace con una voz muy delgadita, como quien no quiere ofender a un señor tan agresivo:

NANCY
Se fue en su bicicleta a mandar una carta...

Raúl mira a Carmen y sin embargo señala despectivamente a Nancy:

RAÚL
¿Quién es esta? ¿La puta que se folla a mi hermano?

La propia Nancy se ocupa de decir que no moviendo un dedo a un lado y otro de su cara.

RAÚL
Ven aquí… ¿Tienes macarra?

NANCY
Mi novio es colombiano… Y nos vamos a casar.

RAÚL
¿Qué años tienes?

Interviene Carmen:

CARMEN
Ha cumplido dieciocho.

Y luego añade:

CARMEN
No se que idea trae usted, pero aquí sólo ofrecemos los servicios que constan en el permiso del local. Masajes y manicura y nada más.

Pacientemente, Carmen pone otro vaso delante de Raúl, pero antes de que pueda escanciar nada en él, Raúl lo derriba de otro manotazo. Dice en voz alta, sin duda dedicándolo a la atención que sus últimas palabras han provocado entre los asistentes al local:

RAUL
¿Mi hermano no Ies ha dicho que soy un madero con muy mala hostia...?

Mira en torno y dice todavía alzando más la voz:

RAUL
Para empezar habría que ver si estas fulanas tienen los papeles en regla... Pero hoy esta de suerte, señora, vengo a otra cosa. ¿Por qué Ie dio trabajo a mi hermano?

CARMEN
Hablé con su padre y llegamos a un acuerdo...

RAUL (la corta)
Mi padre y yo no opinamos lo mismo sobre este asunto (vuelve a mirar a su alrededor y añade:) ¿Dónde la tiene? ¿Está ocupada?

La atención casi general se vuelve ahora hacia la escalera de caracol, por la cual desciende un individuo que, sin dejar de dar unos últimos toques convencionales a su vestuario, se dirige a la salida sin prestar la menor atención al ambiente del bar.

Casi inmediatamente, en la misma escalera, aparecen unas piernas que justifican la atención suscitada. Tras las piernas aparece Milena maquillada y vestida de forma llamativa. Se para en el último escalón abanicándose con una revista, levanta la pierna y observa uno de sus zapatos, se lo quita para examinar el tacón.

Raúl, desde la barra, aceptando el silencio de los demás, la mira con inesperada intensidad. Esa mirada indica que intuye de algún modo que esta es la puta de Valentín, y también revela que no es indiferente a su belleza degradada: observa atentamente a la muchacha, su manera triste y desdeñosa de tomar asiento entre sus compañeras, la indiferencia con que acepta un cigarrillo que le ofrece uno de los clientes, la expresión de su rostro cuando la llama del mechero se acerca a ella.

Milena se siente observada y sostiene la mirada de Raúl, sin duda atraída y sorprendida por el parecido con Valentín.

Algunas de sus compañeras se acercan para verter palabras en sus oídos. Es evidente que la ponen al corriente sobre quién es Raúl. Inmovilidad absoluta por parte de Milena, la mirada sostenida, cruzada con la de Raúl.

Raúl se acerca a la mesa de Milena y pregunta sin más preámbulo:

RAÚL
¿Cuánto?

MILENA
Trescientos.

RAÚL
Es mucho.

MILENA
Como eres medio parecido a mi novio, te cobro la mitad.

Ambos siguen mirándose a los ojos.

Raúl mueve la cabeza sin que podamos concluir si está asintiendo o simplemente es un reflejo de la condición intrincada de sus pensamientos.



23 + EXT. DÍA – CARRETERA SECUNDARIA PRÓXIMA A LOLITA’S CLUB.

Valentín pedalea remontando la cuesta. La bicicleta va provista de una suerte de cesta donde a su vez ha sido depositado un capacho con la compra.




24 + INT. DÍA – LOLITA’S CLUB. HABITACIÓN SUITE.

Milena empieza a desnudarse. De vez en cuando da una mirada hacia Raúl, como si solicitase instrucciones.

Raúl cierra la puerta tras sí. Está completamente vestido.

RAÚL
Túmbate en la cama.

Milena lo hace así, colocándose boca arriba. Abre la piernas como ofreciéndose.

RAÚL
Boca abajo.

Milena obedece.

RAÚL
Flexiona las piernas.
Ábrelas.
Más.

Milena hace cuanto le dicen.

Raúl se acerca a ella, por detrás. Por unos momentos la contempla con aire despreciativo, a una cierta distancia. Luego se acerca aún más e introduce una mano entre las piernas de Milena, en busca de su sexo.
Retira la mano y la levanta a la altura de su cara, como observándola.

RAÚL
¿Te has puesto cachonda?

Milena hunde la cara en la almohada por unos momentos. Inmediatamente después se vuelve para decir con tono duro:

MILENA
Pues sí, papito, estoy supercachonda.. Yo me vengo una vez al año, y hoy tocaba.

Corresponde que tanto Raúl como el espectador, queden en la duda de si se trata de una habilidad profesional de Milena.

Posibilidad de mencionar “por media hora”.

Raúl ha sacado unos billetes de su cartera y los arroja sobre el cuerpo desnudo de Milena.

RAÚL
No quiero follar contigo. Ni lo sueñes.




25 + EXT. DÍA – FACHADA DE PUTICLUB.

Valentín sigue pedaleando.

Cuando llega al puticlub aparca cuidadosamente la bicicleta junto a la pared.



26 + INT. DÍA – LOLITA’S CLUB. BAR.

Raúl desciende por la escalera de caracol y se dirige de nuevo a la barra. Casi inmediatamente vuelve su mirada hacia la misma escalera, por donde desciende pausadamente Milena, que se dirige al mismo sitio que ocupara antes.

Desde el otro lado de la barra, Carmen se inclina para decirle a Raúl:

CARMEN
Mire, lo crea o no, queremos mucho a Valentín...Bueno, es un chico especial, lo sabemos, pero no hay problema, se le respeta... En todo caso es libre de irse, aquí nadie Ie retiene.

Es evidente que Raúl no atiende a estas palabras, pues su atención está centrada en Milena.

Nancy, que tiene en los labios el borde de un vaso, emite un ruido nasal al tiempo que señala hacia la puerta.

Valentín acaba de entrar, sonriente, con su gorrita de ciclista y saltando a la pata coja para quitarse unos viejos clips metálicos con los que sujeta los bajos del pantalón. Lleva a la espalda una pequeña mochila. Al ver a Raúl, se queda parado por la sorpresa, luego corre a abrazarle, lo levanta en vilo y gira con él.

Desde su mesa, la escena no es indiferente para Milena. Observa sin mover un músculo de su cara, al tiempo que escucha la propuesta que le hace al oído un cliente. Tal vez, levemente, sonríe.

Los gemelos bromean un instante parodiando golpes bajos con los puños.

La cámara va en busca del comentario de Bárbara y Djasmina, que alternan con dos clientes en la barra.

DJASMINA
¿Estas viendo lo que yo veo, Barbarita?

BÁRBARA
¡Boxean como los de verdad!

DJASMINA
No me refiero a eso, tonta. iEs igualito-igualito a Valentín, pero en guapo!

BARBARA (hace un gesto supersticioso)
Qué miedo… No me gusta… Tiene los ojos como bichas.

Nancy se junta con ellas y con expresión de resignado fastidio
constata por lo bajo:

NANCY
Oíste, ¿no había dicho Valen que tenía un hermano policía?

DJASMINA
Y nadie lo creía.

BÁRBARA
iPues eso!

Mientras tanto, Milena se ha puesto de acuerdo con el cliente y se dirigen ambos hacia la escalera de caracol.

Valentín no es indiferente a este hecho y suspende la falsa pelea que está sosteniendo con su hermano. Ambos miran hacia la escalera de caracol, por donde acaban desapareciendo Milena y su acompañante.

RAÚL
Tu novia ha ligao.

Con toda inocencia responde Valentín:

VALENTIN
Es su primo el vinatero. Le trae noticias de su
hija, allá en Colombia...

Raúl le pone una mano en el hombro:

RAÚL
Claro…, claro…, su primo… Anda vamos…, tú y yo tenemos que hablar.
Se dirigen a la salida.





27 + EXT. ATARDECER – CARRETERA SECUNDARIA PRÓXIMA A LOLITA’S CLUB.

Desde lejos Raúl le da al mando a distancia y las luces de su coche parpadean.

Valentín está asombrado. Palpa el coche como si fuese un ser humano.

VALENTÍN
¿Es tuyo? ¿Me dejas conducir?

Se introduce en el coche, frente al volante. Le llama la atención el GPS.

VALENTÍN
Anda…, hasta GPS… ¿Adónde vamos?

RAÚL
¿Tú sabes lo que es GPS?

VALENTÍN
Sí…, claro…, para saber dónde estás.

Le da a unas teclas y suena la voz del GPS:

VOZ DEL GPS
Gire a la derecha para entrar en la vía principal. Avance…, avance…, avance…

En ningún momento las llaves del coche han abandonado las manos de Raúl.

Valentín simula con ruidos de su boca la marcha del coche. Maneja el volante como si hubiese verdaderas curvas que trasponer.

Raúl le sigue la corriente:

RAÚL
Vale…, después de la curva aparcas en el arcén.

Un breve gesto de Valentín llevándose la mano a la frente:

VALENTÍN
Positivo…

Plano general. El coche no se ha movido del sitio. Valentín y Raúl salen del vehículo e intercambian sus puestos. Ahora es Raúl el que está frente al volante.

Aproximación.

RAÚL
Con lo que te gustaban los pastelitos de la señora Mir, ¿por qué has tenido que cambiar de trabajo?

VALENTÍN
Porque todavía más que los pastelitos, me gusta Milena.

Raúl aprecia que la situación no es sencilla. Cabecea y dice simplemente:

RAÚL
Ya…, ya veo…

Las preguntas de su hermano incomodan a Valentín. Habiendo perdido la facilidad del volante, no sabe siquiera dónde mirar.

VALENTIN
Un día le hice una pizza con calabacín y se la llevé a la cama. Pero no le gusta el calabacín..., le gusto más yo.

Raúl no puede por menos que volverse hacia su hermano. En su inicio es una reacción violenta, pero se modera inmediatamente limitándose a ponerle la mano en la nuca.

RAÚL (como para sí)
Si por lo menos tuvieses conciencia de tus limitaciones… ¿Cómo sabes que le gustas?

La respuesta de Valentín es inmediata y exenta de cualquier tipo de prejuicio:
VALENTÍN
Porque ella me toca…, me toca y se ríe… Sólo está contenta cuando me toca.

Sigue estando atento a la fingida conducción del coche.

En cambio en los rasgos de Raúl ha aparecido una súbita crispación. Es evidente que las inocentes palabras de su hermano le han golpeado sin que él mismo acierte a saber por qué.
Reacciona como es característico en él. Con un gesto enérgico, incontenible, abre la puerta del coche y se dirige al puticlub.




28
+ INT. ATARDECER – LOLITA’S CLUB. BAR.

Entra Raúl y se dirige directamente, sin una palabra a nadie, hacia la escalera de caracol. Sube.

Semejante comportamiento no ha dejado de llamar la atención a las chicas que se encuentran en ese momento en el bar.





29 + INT. ATARDECER– LOLITA’S CLUB. PASILLO Y HABITACIÓN SUITE.

Raúl enfila el pasillo. Se dirige directamente a la habitación de Milena. Abre la puerta con decisión. Entra.

Sobre el cuerpo desnudo de Milena está el individuo que, según Valentín, era su primo.

Raúl actúa con decisión. Se acerca a la cama, apoya un pie en el trasero del individuo y lo empuja con fuerza hasta hacerlo caer de la cama, por el otro lado.

Milena hace esfuerzos por aparentar tranquilidad. En realidad, quisiera que un agujero se abriera a sus espaldas y la tragara.

Raúl se sienta a su lado, muy cerca de la cabeza. Con una mano le obliga a abrir la boca y agarra su lengua, extrayéndola. Luego acerca mucho su cara a la de ella:

RAÚL
Dime despojo inmundo… ¿qué es lo que busca un putón como tú en un pobre tarao que no sabe defenderse?

El cliente está aterrorizado. Busca su ropa y trata de salir de la habitación aun antes de poder vestirse.

RAÚL
O lo dejas en paz, o vuelvo mañana mismo con una navaja y te corto los pezones y la lengua.

Milena pugna por clavar sus uñas en la cara de Raúl.

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