7.12.07

Expreso, ¿café o tren?


Dice el Boyero en la crítica a Lolita’s, llevado, como siempre, por el odio:

Pero esa pretendida intensidad emocional no perturba ni conmociona. En el mejor de los casos da un poco de risa. En el peor, vergüenza ajena.

Nota: No es la primera vez que le oigo mencionar al señor Boyero eso de la verguenza ajena. ¿Cuándo sentirá vergüenza propia?
Yo le voy a dar una pequeña oportunidad para ello. Efectivamente, en la “crítica” a Lolita’s también dice:

A cada cual su Marsé. El que me enamora es el de “Últimas tardes con Teresa, “Si te dicen que caí”, “Un día volveré”, “Ronda del Guinardó”, “El expreso de Shanghai” y “Rabos de lagartija”. Pero incluso en sus novelas que me dejan frío, como “Canciones de amor en Lolita's Club” existen destellos atractivos y reconocible estilo.

Esa novela que Carlos Boyero no ha leído, porque es incapaz de semejante alarde, se llama "El embrujo de Shangay", nada del expreso. Eso del expreso es de otro sitio.

Tranquilos. Ese juego me encanta. ¿Saben cómo llamaban a la película de Si te dicen que caí? Si te dicen que entendí. Bueno, a partir de ahora la podemos llamar Si te dicen que volví. Y a la otra Un día me caeré, etc.

A eso, en inglés, le llaman “malapropismo”. No existe la palabra en castellano. Le podemos llamar “boyerismo”. Y así, Carlos Boyero, será citado en el futuro como algo más que el crítico que siempre se equivocó.

Yo si siento vergüenza propia, porque estoy suscrito a El País. Lo leo. Y, como lector y cineasta, me avergüenzo de que lo mejor que tengamos en crítica, sea Carlos Boyero. Algo mal hemos hecho.

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